Si eres de origen Católico cuando piensas en rezar, podrías imaginarte un «Padre Nuestro» o algo por el estilo. Un rezo se hace con o sin «mantra». Un mantra se define como «una fórmula verbal sagrada que se repite en la oración, la meditación o el encantamiento, como una invocación de un dios, un hechizo mágico o una sílaba o porción de las Escrituras que contiene potencialidades místicas.»
Pero, ¿qué valor tiene esta antigua práctica para ayudarnos a navegar lo que está sucediendo ahora mismo en el Medio Oriente, o para prosperar en un mundo que parece tan alejado de cualquier sensación de paz y tranquilidad?
Para responder a eso necesitamos examinar qué es exactamente rezar. Esta no es una tarea fácil, porque hay muchas maneras diferentes de ver el acto de oración, desde la teología y la psicología hasta la sociología y la neurociencia. En su libro ‘La psicología de la oración: un enfoque científico’, los psicólogos Bernard Spilka y Kevin L. Ladd sostienen que todos estos marcos son importantes para comprender un comportamiento humano tan vasto y universal. Ellos definen la oración como:
“…una apelación a un poder superior, invariablemente una deidad conceptualizada en un sentido relacional. Puede ser formal o conversacional, enunciado o silencioso, utilizando palabras escritas, letras de canciones o expresiones contemporáneas; puede ser cuidadosamente circunscrito o espontáneo, público o privado, involucrando gestos, posturas corporales, fórmulas orales, repetición, concentración en temas particulares, meditación y diversas emociones; también puede estimular o ser estimulado por nuestras emociones”.
Para la mayoría de personas, nuestro concepto de oración estará fuertemente influenciado por las formas judeocristianas y católicas. Y para muchas personas seculares, la oración puede tener una connotación de cumplimiento de deseos y fantasía; algo irracional que se interpone en el camino de la acción práctica. Esta mala interpretación normalmente ignora las funciones cognitivas y sociales vitales que cumple el acto de rezar.
En una época de disminución de la asistencia religiosa a nivel mundial, la oración no va por el mismo camino. En Estados Unidos, una encuesta de Pew Research de 2008 reveló que el 76% de los estadounidenses encuestados reza al menos una vez al mes, el 55% reza diariamente y el 16% semanalmente. El 38% de los que pusieron «ninguno» en religión informaron, no obstante, que rezaban una vez al mes.
Porque practicar la oración
La oración puede tener algo bastante específico que la hace única como práctica para lidiar con la complejidad, la intensidad y la falta de control. En su artículo «Una consideración sociológica de la oración y la agencia», la académica Anna Sun sostiene que el acto de oración está fundamentalmente vinculado a cómo gestionamos la agencia: nuestra experiencia de ser un participante activo en el mundo. De esta manera, la oración tiene un papel único en la forma en que entendemos nuestro albedrío porque combina nuestro locus de control interno y externo.
El locus de control es una idea en psicología, y cada vez más en sociología, que explica si interpretamos que nuestras vidas están controladas por nuestro mundo interior y nuestras acciones (locus de control interno) o por fuerzas externas a nosotros (locus de control externo). Paradójicamente, la oración une ambos: hago una acción consciente para orar a lo divino, que está fuera y más allá de mí. Esta capacidad de replantear nuestro locus de control es esencial en los tiempos en que vivimos.
Lo importante: cómo rezar bien
Cuando intento explicarle a alguien como rezar bien, siempre me acuerdo de una historia que relata la maestra de Reiki Diane Stein en uno de sus libros y que muchas veces he contado a mis alumnas de yoga. En este relato Stein habla de viajar por todo Estados Unidos haciendo conferencias sobre la sanación energética y en una de estas grandes charlas con cientos en una parte del país con muchas personas de religiones Protestante, dos señoras levantaron la mano para preguntarle a Stein si ella sabia que ella estaba haciendo el trabajo del demonio. Stein recuerda esta pregunta en su libro porque le chocó tanto la certeza con la que ellas le reprochaban su trabajo y ha ninguna de las dos les importó mucho su respuesta aunque concluyeron diciendole a Stein que ellas rezarían por su alma. Diane Stein siguió adelante con su gira y se olvidó de estas dos señoras pero en unos meses empezó a tener dolores de cabeza y a tener mucha vista cansada recurrente que no se le quitaba facilmente. Stein pidió a su circulo cercano de sanadores de reiki que le intervinieran con una sesión grupal de reiki para ayudarla a eliminar estas dolencias. En esa sesión, una de las otras reikístas le dijo que sentía que había dos mujeres mayores que le estaban mandando energía negativa y que a causa de ello, estaba empeorando su vista porque estas dos mujeres sentían que ella no veía las cosas claras. Diane Stein se quedó tan sorprendida con la información porque inmediatamente recordó a las dos señoras y su extraña pregunta en su gira y pensó que no podia ser coincidencia lo que su amiga reikísta le contaba y que estas señoras le dijeron que rezarían por ella.
Diane Stein pone este ejemplo en su libro para que la gente entienda cómo el rezar puede ser utilizado inadecuadamente por las personas. Estas dos señoras obviamente no querían cegar a Stein si no que pensaban tan firmemente que Stein estaba equivocada y que no ‘veía la verdad de sus actos demónicos’ que literalmente sus rezos estaban causándole a Stein problemas con su vista.
Este ejemplo hace dos cosas: Nos enseña como el rezo está directamente ligado a las emociones que nosotros involucramos cuando rezamos y también nos da a entender que tenemos que ser extremadamente claros con nuestras peticiones, osea que es sumamente importante utilizar las palabras adecuadas si es que vamos a rezar con palabras y no solo con sentimientos y mantras ya formadas.
Si conoces a alguien que le gusta rezar, envíales este blog para que se aseguren que no están empeorando la cosa que le piden a Dios arreglar.